El infarto agudo de miocardio (IAM) es una enfermedad cardiaca frecuente en la que se
produce una muerte (necrosis) de las células del músculo cardíaco (miocardio)
debido a una falta prolongada de oxígeno (isquemia).
Junto con la angina de
pecho forma parte de lo que se conoce actualmente como síndrome coronario
agudo.
El infarto agudo de
miocardio supone la muerte irreversible del tejido cardiaco y puede acarrear un
fallo en la función del corazón (relajación y contracción) y la aparición de
arritmias.
El corazón se nutre por
una serie de arterias denominadas arterias coronarias que irrigan el músculo
cardíaco y que le permite ejercer su función de bomba cardíaca, contrayéndose y
relajándose. La aterosclerosis coronaria es una enfermedad de lenta
evolución en la que se produce un estrechamiento progresivo de
las paredes de las arterias debido a una acumulación de lípidos (grasas) y
células inflamatorias (linfocitos) formando unas placas.
En el 90% de los casos
el IAM se produce por la oclusión de una arteria coronaria debido a un coágulo
que se produce por el desprendimiento de un trozo de placa de ateroesclerosis.
Esta oclusión completa impide que el oxígeno llegue a esa zona de tejido
cardiaco produciéndose, si esta falta de oxígeno es prolongada, una muerte
(necrosis) de las células cardiacas. Se produce una interrupción completa del
flujo sanguíneo coronario en una zona determinada del tejido cardíaco.
Existen una serie de
factores de riesgo que favorecen la aparición del IAM. Estos factores incluyen:
sexo (más frecuente en varones), edad (a partir de los 70 años), tabaco,
diabetes, colesterol elevado, sobrepeso, antecedentes familiares de enfermedad
coronaria, hipertensión arterial y sedentarismo. Es importante conocerlos pues
las medidas preventivas son la principal arma de tratamiento para evitar esta
enfermedad
En algunos casos el IAM
puede ser el resultado de un aumento de las necesidades de oxígeno del corazón
en ausencia de ateroesclerosis. Esto puede ocurrir en: arritmias, traumatismos,
consumo de drogas y de ciertos fármacos, infecciones o anomalías de las
arterias coronarias.
La descripción clásica del infarto es un dolor opresivo en el centro del pecho irradiado a brazos (sobre
todo el izquierdo), cuello y espalda.
“Esto es una sensación subjetiva del paciente.
Los síntomas habituales son:
Dolor torácico intenso y prolongado, que se percibe como una presión
intensa y que puede extenderse a brazos y hombros (sobre todo izquierdos),
espalda e incluso dientes y mandíbula. El dolor se describe como un puño enorme
que retuerce el corazón. Es similar al de la angina de pecho, pero más
prolongado y no cesa aunque se aplique un comprimido de nitroglicerina bajo la
lengua.
El riesgo de padecer un
infarto puede evitarse siguiendo algunas pautas de vida saludable:
Dejar de fumar.
Llevar una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, legumbres y
cereales. “Se ha demostrado que la dieta mediterránea es la más eficiente
para prevenir tanto la aparición de infartos, como de recurrencias”,
apostilla Lidón.
Realizar ejercicio físico aeróbico. La presidenta de la sección de
Cardiopatía Isquémica y Cuidados Agudos Cardiovasculares de la SEC aconseja que
los mejores ejercicios para el corazón son caminar, la bicicleta o la natación.
“Caminar 30 minutos al día por la mañana y por la tarde es una garantía de
éxito para la salud del corazón y ayudaría a controlar los factores de riesgo
cardiovascular.
La prueba más sencilla,
evidente y eficaz durante el dolor para diagnosticar el infarto agudo de
miocardio es el electrocardiograma. Sin
embargo, si por ejemplo el paciente tiene una crisis de angina y consulta al
médico entre dolor y dolor, el electrocardiograma puede ser normal. En esas
circunstancias, Lidón especifica que los especialistas pueden realizar otras
pruebas, como la de esfuerzo, para ver si cuando someten al corazón a un
esfuerzo se producen alteraciones en el electrocardiograma.
Electrocardiograma
Es la prueba fundamental
para diagnosticar el infarto agudo que, además, permite analizar su evolución.
Durante el electrocardiograma se mantiene monitorizado en todo momento al
paciente.
La prueba revela una representación gráfica de las fuerzas eléctricas que trabajan sobre el
corazón. Durante el ciclo cardiaco de bombeo y llenado, un
patrón de pulsos eléctricos cambiantes refleja exactamente la acción del
corazón. Esta prueba es indolora y suele realizarse con el paciente estirado y
tranquilo, excepto cuando se hace durante una prueba de esfuerzo.
El electrocardiograma
sólo detecta alteraciones en el momento en que se produce el dolor. Con
posterioridad, se emplea únicamente para confirmar o descartar si se ha
producido daño en el corazón.
A través de un análisis
de sangre se puede detectar el aumento de la actividad sérica de determinadas enzimas que se liberan dentro del torrente sanguíneo a causa de la necrosis que se produce durante el infarto.
Prueba de esfuerzo
Se puede hacer sobre una
bicicleta estática o una cinta rodante. En la prueba el especialista colocará
electrodos en el cuerpo del paciente, para registrar de forma continua el
electrocardiograma, y un manguito de tensión.
Mientras el paciente
pedalea o anda por la cinta rodante, el médico que supervisa la prueba
observará los cambios de tensión arterial, pulso y trazado del
electrocardiograma. La prueba se completa en media hora y se e abandona si
aparecen cambios que sugieran enfermedad en los parámetros observados o si el
paciente no la tolera físicamente, por agotamiento o por dificultad para
respirar.
Estudios isotópicos
Estos estudios están
asociados a la prueba de esfuerzo y consisten en el análisis del
corazón con isótopos. Durante el ejercicio sobre la bicicleta o
sobre la cinta rodante se inyecta una pequeña dosis de isótopo radiactivo en la
vena. Mientras, un dispositivo especial registra una serie de imágenes de las
localizaciones del isótopo en el corazón (las áreas oscuras indican las partes
donde no llega bien el flujo de sangre).
Cateterismo cardiaco y
coronariografía
Es la técnica más
adecuada para determinar la posible presencia y extensión de cardiopatía
isquémica.La coronariografía
permite determinar la localización y grado de obstrucción de
las lesiones arteriales coronarias que puedan haberse
producido. No puede realizarse cuando el paciente presenta trastornos de
coagulación, insuficiencia cardiaca o disfunción ventricular.